Aguantar una relación, ¿solo por los hijos?

Relación

Déjame te cuento una historia breve: Hace tiempo platicaba con una amiga acerca de su doloroso y reciente divorcio. Le pregunté que cuándo había decidido divorciarse. Ella me dijo que hacía muchos, muchos años, pero que se había dicho a sí misma: «Tengo que aguantar esta vida miserable hasta que mi hijo termine el bachillerato y salga de casa para ir a estudiar la universidad. Al siguiente día que él se vaya a estudiar lejos, yo inicio los trámites de divorcio».

Le pregunté que por qué entonces no había aguantado hasta que siquiera iniciara el bachillerato. Su respuesta, con estas u otras palabras fue: «Porque no hay un fondo. Hay un día que te dices a ti misma que las cosas no podrían ir más mal para ti, para tus hijos, para la familia. Pero despiertas al siguiente día y descubres que sí pueden ir más mal. Claro que pueden, y mucho.»

Por supuesto, hay tanto que decir al respecto, que se podría escribir todo un libro. Ahora, estoy consciente de que hay casos de violencia intrafamiliar en donde lo mejor es simplemente huir, pero hoy no hablaremos de ellos. Hablaremos de qué hacer cuando simplemente el amor se acaba, y entonces la pareja se distancia, cada vez hay más fricciones y terminan por convertirse en dos desconocidos, cuando no en dos enemigos que conviven bajo el mismo techo, unidos solo por los hijos. En lo particular, me imagino que esta historia con la que inicié es cada vez más frecuente y, con todo, no es sino la punta del iceberg: detrás de esto hay mucho dolor y problemas que permanecen ocultos, no solo para los que ven a esa pareja desde lejitos, sino incluso para quienes son parte del problema.

En un extremo de este singular espectro, encontramos a la persona que le tiene pánico a la soledad, que cree que no puede sobrevivir sola y que, por lo mismo, hará lo que sea —incluso tener hijos sin desearlos— solo para retener a su pareja. En el otro extremo tenemos a un personaje controlador, a veces sádico, que goza de hacer miserable a su pareja y humillarla continuamente. En medio de esos dos extremos, hay muchísimas variantes. Tantas, como parejas con problemas hay. Pero una cosa es cierta: cada vez hay más parejas que se divorcian al llegar a la tercera edad, y creo que en buena medida ese dato nos da la solución al problema del que hablamos.

  • ¿Cuál es la causa de este tipo de divorcio?

    Al hacer la historia de mi familia me di cuenta de un hecho: que hace tres siglos era muy frecuente que en el acta de defunción se asentara: «Causa de la muerte: fiebre». Pero la gente no moría de fiebre: eso era un síntoma, no la causa. Igual, si queremos ver qué remedio se puede dar a esta situación combinada, por una parte, personas que se quedan estancadas en una relación humillante, desesperada, esclavizante. Por otra, una ola de divorcios que se dan en la sociedad actual de personas que solo estaban esperando que los hijos se fueran de casa. Salvo que en estos casos no había maltrato en el hogar, sino que simplemente dieron por sentado que ya no se entendían, que ya no tenían puntos en común y que lo mejor era la separación.

    Uno puede preguntarse: ¿se pueden generalizar las causas de este tipo de divorcio? ¿O cada caso puede ser de verdad muy diferente de otros? Sinceramente, creo que cada caso es diferente, pero tampoco creo que lo sea tanto. Creo que todo tiene que ver con la sociedad consumista que entre todos hemos creado, y creo que lo siguiente puede servir en todos los casos más como un método de prevenir, que de remediar:

  • 1. Piensa que no estás para ser entretenido

    La vida no te debe nada, tu pareja no tiene el deber de atenderte: si cambias tu actitud y piensas más en las responsabilidades que tienes para con tu pareja, en vez de las responsabilidades que crees que ella tiene para contigo, créeme que habrá mucha más felicidad en tu matrimonio.

  • 2. Entiende que el amor no es solo atracción física

    La relación cambia con el tiempo. El amor del recién casado nunca será el amor de quien tiene diez años de matrimonio. La atracción física puede ser que no sea igual, pero en cambio se fortalece en otros aspectos.

  • 3. Suma de vectores

    Un matrimonio donde cada uno sigue sus propias metas, es un matrimonio que se irá distanciando. Si ambos logran enfocarse en una misma cosa —por ejemplo, la crianza de los hijos— créeme que serán mucho más felices. No digo que los hijos los aten, no, sino que los hijos los unan y les den estabilidad a sus vidas.

  • 4. Genera memorias que te unan a tu pareja, continuamente

    Si ambos tienen la disciplina (sí, el amor es también una cuestión de autodisciplina) como para alimentar la relación con detalles románticos, si te esfuerzas con ver detrás de la rutina cosas por las que puedas estar agradecido con tu pareja, si no te permites que el empleo se vuelva el centro de tu vida sino la vida en el hogar, estoy seguro que eso generará continuamente memorias dulces, que te unirán a tu pareja.

    La salud en el matrimonio es una cuestión de dos. Siempre va a ser así. Pero si yo tuviera que resumir todo lo anterior en un solo consejo, te citaría un versículo de la Biblia, con todo lo que éste implica: «Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida». Eclesiastés 9:9.

 

 

Original.

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